Prólogo
Febo, el dios del Sol, se eleva sobre el mar en su carroza. Junto con las Nereidas, canta la llegada de Venus. El observador y los narradores bucean bajo las olas y descubren en el lecho del mar la ciudad hundida de Cartago.
Acto I
En el Palacio - Llegada del séquito
El héroe troyano Eneas ha huido de la ciudad de Troya, que estaba ardiendo, llevando a su padre sobre su espalda y abandonando a su joven hijo Ascanio. Zeus le ha ordenado navegar hacia Italia y fundar allí una nueva ciudad con el resto de los troyanos. En su travesía por el Mediterráneo los troyanos llegan a Cartago. La ciudad es gobernada por la reina Dido, que tras la muerte de su marido ha jurado nunca más volver a casarse y dedica todos sus esfuerzos al bienestar de su gente. Dido ofrece un banquete en honor a Eneas y se enamora de él, pero es asediada por importantes dudas.Su hermana Belinda la consuela y le asegura que el troyano también está enamorado de ella.
Acto II
Escena de las brujas I – La partida de caza
Las brujas se han congregado en una caverna. Su líder ordena la destrucción de Cartago en castigo porque Dido y Eneas han descuidado sus mandatos.Una hechicera informa que Eneas y Dido han salido de caza. Se le indica entonces que se disfrace de Mercurio y le comunique a Eneas la orden de Zeus de poner proa de inmediato hacia Italia. Las otras brujas desatan una tormenta para obligar a la partida de caza a regresar a la ciudad. Mientras tanto, Belinda y el resto de la corte están disfrutando de la belleza de la Caverna Sagrada. La hechicera los interrumpe y les advierte que ese lugar está embrujado. Dido entra, seguida de Eneas, que ha matado un robusto jabalí. Apenas los dos amantes se vuelven juntos hacia la tienda, la tormenta estalla. Todos regresan a la ciudad lo más rápido posible, salvo Eneas. Las brujas, disfrazadas de Mercurio, le reiteran la orden de marchar a Italia de inmediato. El héroe está desolado, pero dispuesto a cumplir su deber.
Acto III
Los marineros - Escena de las brujas II – Lamento de Dido
Los troyanos se aprestan a navegar. Las brujas se muestran a la vista de la infeliz reina. Dido considera la infidelidad de Eneas como un castigo de los dioses por haber ella quebrado su juramento. Cuando Eneas se ofrece a incumplir su mandato, ella se niega. Se da cuenta de que sus deseos personales no serán satisfechos, y la pareja acepta su destino y sacrifica su amor. Las palabras de Belinda son de escaso consuelo. Mientras Eneas se aleja con los suyos, Dido se deja morir.